Después del operativo millonario de Patricia Bullrich en el desalojo de la Lof Pailako, Catalina -una lamien de esa comunidad- explica cuál es la lucha del Pueblo Mapuche en ese territorio.
Uno elige vivir en el territorio a partir de un despertar que hay en uno con respecto a la identidad. Es ahí donde uno toma la decisión de volver al territorio para poder sentirse más íntegro con su ser.
Nosotros como mapuche entendemos que somos dualidad, cuerpo y espíritu, y muchas veces el habitar espacios como la ciudad hace que perdamos de vista esa buena energía que heredamos nuestros ancestros y un poco también al reconocerse como parte de la identidad, como mapuche en este caso, volver al territorio nos hace sentir más fortalecidos, más íntegros.
En esta época, en este momento que está la humanidad, siento en lo personal que esto cobra más sentido, porque el sistema capitalista lo que intenta hacer con el humano día a día es oprimirlo, someterlo, controlarlo, y lo que nosotros estamos intentando hacer viviendo en el campo es llevar otro estilo de vida.
Que no nos rija el sistema capitalista, salir un poco más de eso, poder involucrarnos más de lleno con el espacio donde vivimos. Nosotros entendemos que no nos mandamos solos, nos están acompañando nuestros ancestros y las fuerzas del lugar, y a esas fuerzas son las que le debemos el respeto, el valor y el compromiso cuando asumimos un proceso de identidad tan fuerte, como el ser mapuche o de un pueblo originario.
Por eso creo que en nuestro caso habitar el territorio implica muchas cosas, y en ese sentido, hoy estar atravesando un proceso como es el desalojo, nos lleva a replantearnos un montón de formas de nuestro ser, de cómo seguimos este camino.
No se termina acá, no lo vemos como una derrota, sino como algo para seguir fortaleciéndonos internamente y entre nuestros pares. Entre la gente del mismo pueblo y la gente en común que tenemos, que nos vamos acompañando en este camino de la lucha. En la lucha por la defensa del territorio, en la lucha también por poder vivir dignamente en un espacio, poder vivir de lo que nos gusta. No de lo que nos imponen.
Ese es nuestro caso, poder vivir de nuestra siembra, poder vivir de nuestros animales, de tener abejas, de cosechar nuestros frutos, y a su vez también poder dar esa oportunidad que quizás muchos de nosotros no tuvimos, que es haber nacido y ser criado en un lugar así de libre, un espacio sano, limpio, como es el vivir acá.
Todo eso se relaciona con la crianza de nuestras infancias. Tratamos de recuperar eso que nos quitaron, y recuperarlo en conjunto con nuestros pichikeches (niñeces), porque en ellos vemos que sigue esta lucha, y esperamos que ellos estén mucho más afianzados, fortalecidos, y que puedan seguir mirando un horizonte más esperanzador.
No estamos buscando más presos, no estamos buscando más muertes de las que ya hay. Si bien uno siente a veces que debe darlo todo por lo que nos rodea, por nuestros ancestros, por la sangre que llevamos por el territorio, pero la realidad es que esto no termina acá. Nosotros tenemos que seguir defendiendo los territorios. Si no, los pueblos originarios y la gente consciente, le estamos dejando al winka, a los terratenientes, a los ecocidas, libres para que vengan y hagan lo que quieran con el territorio, con las aguas. No queremos ser una Palestina más, no queremos eso para nosotros, ni para nuestras infancias, ni para ningún ser que venga.
No hace mucho se cumplió un aniversario más de lo que fue el desalojo en la comunidad Nahuelpan en 1937, y al traer un poco a la memoria todo lo que vivió la gente de esa comunidad, es un poco triste, porque mucha gente quedó muy desorientada, muy abrumada por esa situación. Por eso, siento que hay que buscar algo que nos motive, dentro de todo el panorama que puede ser difícil y agobiante, que nos ayude a pensar que esto no se termina acá, a formar diferentes estrategias, a seguir afianzando los vínculos, fortaleciéndonos, con la idea de que, sean 10 ó 30 años más de vida que tengamos en esta tierra, que sea por el territorio.
Nosotros no vamos a dejar de ser mapuche porque nos desalojen. Es más, vamos a seguir más fortalecidos con este pensamiento que tenemos. Así como nuestros ancestros murieron guerreando, nosotros vamos a seguir en esta lucha. Eso es lo que esperamos a posterior.
Todo lo que implica un desalojo, tratamos de pensarlo de la mejor manera posible y agradecemos a toda la gente que nos está acompañando. Es ahí, en los momentos más difíciles, donde uno ve también ese apañe en la realidad, lo verdadero que es tejer una red entre la gente que se solidariza por nuestra causa y por muchas otras, entendiendo el porque nosotros estamos habitando este territorio, el porque estamos reivindicando un espacio en particular, eso a nosotros nos fortalece y nos da ganas de seguir en este camino.
La base para todo mapuche es el nguillatun, es la rogativa, es ofrendar, es el vínculo que hay con las fuerzas como parte de un pueblo originario. Entiendo que muchos de mis ancestros venían de muchos lugares y uno al estar vinculado con el territorio está vinculado acá o en donde sea, creo que eso es lo que nos va a mantener.
Si nosotros nos volvemos a la ciudad a llevar otro modo de vida del que estábamos llevando, eso creo que nos puede enfermar muchísimo, sobre todo la cabeza y el cuerpo igual. También a nuestras infancias, de pasar a estar en un lugar súper amplio y libre a un lugar contaminado, encerrado, como es muchas veces en la ciudad. Por eso, justamente no la elegimos, porque sentimos que eso es parte de un encierro. Ahí dependerá mucho de esa fortaleza que busquemos, y que nos acompañen con el nguillatún.
Y no tenemos que olvidarnos de la judicialización. No es que después de un desalojo se termine todo, hay dos miembros de la comunidad que están siendo judicializados. Ellos ya están elevados a juicio, no hay fecha de eso todavía y esperamos que no ocurra, y que no se sume otro judicializado en esta causa. Quienes impulsaron el desalojo son tramposos, y están empecinados con la judicialización, en borrarnos a nosotros del camino, por eso nos sacan del territorio.
Están empecinados en borrarnos de la historia y por eso también apuntan a la judicialización. Porque lo que están esperando es que la gente tema seguir esta lucha y quitarles fuerzas. Lo que tenemos que buscar es no quedarnos solos, no dejar de acompañarnos y de seguir atentos a esta situación, porque va a continuar, no es que termine con un desalojo.
Presencia en el territorio antes de la creación de la Administración de Parques Nacionales
Laura Taffetani, de la Gremial de Abogados y Abogadas de Argentina dijo a Página/12 que la comunidad Pailako es muy particular porque sus miembros nacieron ahí, el lugar de donde los “desalojaron”, antes se llamaba con el nombre del bisabuelo de Belén Salinas, una de sus integrantes. «Tienen claramente demostrada su ancestralidad, son cinco generaciones», explicó la letrada.
De hecho, las conclusiones del informe antropológico –que consta en la causa y al que accedió este diario, elaborado por el Instituto de Investigaciones en Diversidad Cultural y Procesos de Cambio, la Universidad Nacional de Río Negro, el CONICET y School of Anthropology and Museum Ethnography, University of Oxford– demostraron «la ancestralidad en el territorio de diversas familias que componen la Lof Pailako, hasta por lo menos cuatro generaciones atrás, comprendiendo el periodo anterior a la conformación de la actual Administración de Parques Nacionales. En efecto, es el caso de Lemu Cruz Cárdenas y Belén Salinas, cuyos bisabuelos ya se encontraban asentados en el lugar. A través de las entrevistas fue posible reconstruir la llegada del abuelo de Lemu, Ernesto Cárdenas Rosales, quien llegó junto a su pariente Moisés Rosales, mientras que la literatura habla de la presencia en el lugar de Pedro ‘Motoco’ Cárdenas y de Rudecindo Rosales, correspondientes a una generación anterior».
El 30 de septiembre de 1934, bajo la presidencia del general Agustín Justo, se sancionó la ley Nº 12.103 que creó la Administración General de Parques Nacionales y Turismo y los Parques Nacionales Iguazú y Nahuel Huapi. Por su parte el Parque Nacional Los Alerces fue creado como reserva natural en 1937 y En 1945 se declaró como Parque Nacional, con una extensión de más de 280.000 hectáreas. Fue a través del despojo y el desalojo violento de las comunidades que allí habitaban que se crearon estas áreas “protegidas”.
“El juicio civil en el que se podrían dirimir los derechos ancestrales de los integrantes de la lof, duerme en un cajón de la justicia argentina, sin dar la posibilidad entonces de sacar a la luz la ocupación tradicional de este espacio territorial por algunos de sus miembros que son la quinta generación de las familias que allí vivían, mucho antes de la creación de Parques Nacionales”, expresa un documento firmado por decenas de comunidades mapuche y asambleas socioambientales.
En el mismo texto, denuncian que la zona “es codiciada por intereses inmobiliarios, mineros, forestales e hidroeléctricos”.
La batalla judicial y desigual: cómo se llegó al desalojo
En 2020, la comunidad recuperó su territorio ancestral, reafirmando su arraigo cultural y espiritual en la Mapu. Allí siembran, crían animales y cuidan a sus hijas, hijes e hijos. Desde entonces, enfrentan amenazas y hostigamientos. Quienes allí viven son descendientes de pobladoras y pobladores mapuche en lo que hoy es el Parque Nacional Los Alerces, creado por el Estado argentino en el marco de las políticas de expulsión de las comunidades indígenas de la Patagonia.
“Para nosotros ‘pailako’ significa ‘arroyo tranquilo’”, explicó Lemu Cruz Cárdenas, en una nota brindada a la Agencia Presentes. “El arroyo que da nombre a la comunidad se arma entre varias corrientes de agua, arroyos más pequeños, que bajan del cerro y forman uno más grande. Vivíamos a la orilla de ese arroyo”, recordó Cárdenas. Hoy, él y María Belén Salina (integrantes de la comunidad) están imputados por presunta participación en incendios forestales ocurridos en el parque. No hay una sola prueba en su contra.
Como respuesta a la recuperación territorial iniciada en 2020, Parques Nacionales realizó una presentación ante el juez Otranto para pedir el desalojo de la comunidad. En primera instancia, el magistrado habilitó el ingreso a la Lof para identificar a las personas que habitan allí. Fue un paso previo al desalojo.
Otranto emitió entonces la orden para la expulsión, pero fue suspendida por la Cámara Federal de Comodoro Rivadavia. Ante la apelación de Parques Nacionales, la Cámara Federal de Apelaciones de Comodoro Rivadavia le dio la razón al organismo nacional y la amenaza del desalojo volvió a estar vigente.
Resulta llamativo, en el fallo de la Cámara Federal de Apelaciones, el argumento del juez Javier Leal de Ibarra argumenta: “Queda debidamente expuesto que Cruz Cárdenas y María Belén Salinas (NdR: nótese la mala escritura del apellido Salina, familia tradicional de la zona) adscribieron a una comunidad mapuche que ocupó la zona denominada ex Población Felidor Salina a partir de enero del año 2020. […] y que si bien descienden de pobladores que contaban con permisos para ocupar tierras dentro del Parque Nacional Los Alerces, ningún permiso precario les ha sido conferido sobre la zona que específicamente pretenden”. Felidor Salina era el tatarabuelo de Belén Salina, integrante de la Lof Pailako. Como a tantos pobladores de la zona, en 1940 le entregaron un “permiso precario” para pastaje y ocupación.
El 30 de diciembre, días después de la derogación de la prórroga de la Ley 26.160, Otranto habilitó nuevamente el desalojo sin que exista una sentencia firme sobre el caso y antes de haberse agotado los recursos legales presentados por la comunidad. Desde la APDH también presentaron un hábeas corpus preventivo, que fue desestimado por el juez.
El 2 de enero, un oficial de justicia, acompañado por fuerzas federales, notificó a la comunidad sobre el desalojo. Dio un plazo de cinco días hábiles (hasta el 9 de enero) para abandonar el territorio. En la notificación se advirtió que se iba a disponer del uso de la fuerza pública y del allanamiento de domicilios en caso de “ser necesarios”. La información fue presentada junto a Danilo Hernández Otaño (intendente del Parque Nacional Los Alerces) y Laura Fenoglio, personal de Parques Nacionales.
El argumento que sostienen desde Parques Nacionales para el desalojo es preservar el área protegida. Sin embargo, la ONU destacó en 2023 que “gracias a sus conocimientos y su relación con el medio ambiente, los pueblos indígenas pueden ayudar a encontrar soluciones para remediar los daños causados por la triple crisis planetaria”.
Un show anunciado y frustrado
El desalojo fue un show anunciado por el gobierno nacional y provincial, el Poder Judicial y muchos medios de comunicación. En en lugar estuvieron el gobernador de Chubut, Ignacio Torres, y el titular de Parques Nacionales, Cristian Larsen. La ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, llegó en helicóptero cerca del mediodía. La ministra también había ocupado ese cargo durante los operativos militares que culminaron con la desaparición seguida de muerte de Santiago Maldonado y el asesinato de Rafael Nahuel, en 2017. Otro funcionario que también dijo presente este jueves fue el titular de Seguridad chubutense, Héctor Iturrioz. La conferencia de prensa prometida desde el Gobierno nunca se hizo.
La orden del juez federal Otranto (conocido por su participación en la causa de desaparición forzada de Santiago Maldonado), se basa en la Ley 22.351. Esta normativa fue sancionada en la última dictadura militar: criminaliza a los “intrusos” que utilicen las instalaciones de los Parques Nacionales y autoriza su desalojo.
Fotos: Roxana Sposaro/Sadik Çelik/ Nicolás Palacios
*Por Catalina, lamien de Lof Pailako
* Las instancias del operativo represivo tuvo una cobertura colaborativa entre diversos medios alternativos e indígenas como originarios.AR – Telesisas – Infoterritorial – Revista Cítrica – Agencia Presentes – Agencia Tierra Viva.