El Fondo Monetario Internacional (FMI) proyectó que Argentina tendrá en 2025 una inflación anual del 45%. Si bien se trataría del valor más bajo desde 2020, la previsión enciende una luz de alerta para el Gobierno de Javier Milei: la cifra es más del doble de la estimada por el Poder Ejecutivo, que la ubicó en apenas el 18,3%, según consta en el proyecto de Presupuesto enviado al Congreso nacional.
A través del informe sobre las perspectivas de la economía mundial (titulado World Economic Outlook), el organismo multilateral del crédito ratificó el pronóstico que viene esbozando para la economía argentina del 2025. Según el documento, el 2024 cerrará con una caída del 3,5%, que será revertida el próximo año con una recuperación del 5% del PBI.
El dato no es anecdótico. La publicación del texto llega en horas decisivas para el Gobierno libertario, cuyo ministro de Economía viajó a Washington para participar de la cumbre anual del organismo con vistas a avanzar en un nuevo acuerdo crediticio con el FMI para obtener desembolsos de dólares que financien el programa económico libertario. En ese marco, la concreción de los objetivos planteados en la llamada ley de leyes cobra trascendental importancia.
Si bien el ritmo inflacionario ha comenzado a decrecer desde la megadevaluación que impulsó el presidente en diciembre ni bien asumió —mes en el que el alza de precios llegó al inflamable 25,5%—, lo cierto es que transcurridos 10 meses de gestión todavía el dato mensual no perforó el elevado piso del 3,5%.
Cabe remarcar que la historia argentina reciente ha demostrado que los Presupuestos pueden convertirse en letra muerta en cuestión de meses. Sin ir más lejos, en 2022 el Gobierno de Alberto Fernández (2019-2023) estimó que la inflación del año siguiente sería del 60%: tras una serie de tembladerales económicos, finalmente la cifra ascendió al 211,4%, más del triple de la estimada.
«La única explicación es una devaluación»
«Esto puede leerse como una advertencia. Si el FMI estima que la inflación está por encima del 45% anual, está suponiendo que el proceso de desinflación va a interrumpirse, y ese es un pilar fundamental de la política económica del Gobierno», dijo a Sputnik Guido Zack, director del área de Economía del centro de investigación Fundar.
Según el especialista, si bien el ajuste fiscal «con motosierra» desplegado por el Poder Ejecutivo puede ordenar las cuentas públicas, no alcanza por sí solo para controlar el principal problema de la economía nacional.
La lectura del analista resalta un aspecto sustancial del programa económico. Según las estimaciones oficiales del Gobierno, el dólar oficial debería ubicarse en 1.207 pesos a fines de 2025, lo cual supone una suba de apenas el 20% respecto al valor actual (1.004 pesos). Considerando que las cotizaciones paralelas -legales e ilegales- aún se mantienen cerca de un 15% por encima de dicha cifra -sin contar la inflación que haya durante los próximos 12 meses- el desafío de resistir a las presiones devaluatorias es de primera magnitud.
«La pregunta hoy es cuándo será la devaluación, no si ocurrirá. Es muy probable que una suba fuerte del tipo de cambio no se traslade directamente a los precios porque no hay un nivel de demanda tal que convalide, por la caída del consumo que estamos viendo», explicó el investigador.
Toma y daca
Cuando la Administración Milei mira al FMI lo que ve es un potencial prestamista que financie su programa económico que, según anunció durante la campaña electoral de 2023, convergería hacia una dolarización de la economía, política que demanda sendas reservas de moneda extranjera en el Banco Central.
Sin embargo, para lograr el visto bueno de Washington, el Gobierno argentino deberá seguir ciertos lineamientos que apuntan, centralmente, a la eliminación del déficit fiscal, la acumulación de divisas y -sobre todo- la eliminación de las restricciones que pesan sobre el mercado cambiario, denominadas coloquialmente como «cepo al dólar».
Si bien Milei prometió que eliminaría cualquier traba al acceso al dólar, hasta el momento dicha promesa no se ha ejecutado. Consultado al respecto, Zack consideró que «el problema del Gobierno consiste en que si hoy relajara las restricciones, probablemente esto acarrearía una fuerte devaluación y, por ende, un drástico salto en los precios».
«Al Fondo no le gustan las restricciones cambiarias porque dificultan la acumulación de reservas para pagar la deuda. En Washington no ven con buenos ojos ni el atraso del dólar ni el cepo», sostuvo Zack.
Consultado acerca del grado de probabilidad de que el FMI apruebe un nuevo crédito con Argentina, el especialista remarcó que «esto va a depender de cuánto dinero pida el Gobierno: cuanto mayor sea el crédito, más difícil será concretarlo. Si es solamente para afrontar los vencimientos de deuda previstos para 2025, entonces es factible que esos desembolsos lleguen».
Fuente: Sputnik